Uno de los envoltorios de nuestro chocolate, original de 1880 y vigente aún hoy, ilustra el transporte desde el otro lado del Atlántico de materias primas como el azúcar o el cacao. Procedentes de plantaciones africanas o sudamericanas, las habas de cacao llegaban en grandes veleros para ser tratadas bajo un proceso de transformación que experimentó grandes avances técnicos en el transcurso del siglo XIX.
Sant Sadurní d’Anoia pronto vio nacer un obrador de chocolate. Situada a 40 km de Barcelona, Sant Sadurní, es hoy mundialmente conocida por ser la capital del cava, el vino espumoso elaborado mayoritariamente en su comarca del Penedès. Sin embargo desde 1840, antes de la aparición de la primera botella de cava en Sant Sadurní, en Casa Simón ya se elaboraba el chocolate artesanal.
El paso desde la artesanía a la mecanización llegaría con el nuevo siglo apadrinada por Francesc Coll, la tercera generación al frente de la empresa. Su sucesor, Miquel Coll, amplió la comercialización a toda Cataluña a mediados de 1950, construyendo más tarde una nueva fábrica que aún sigue perfumando de aroma de chocolate el centro de Sant Sadurní.
A partir de los años 70, la actividad de las grandes multinacionales y la faltade relevo generacional acabó con multitud de pequeños productores locales. Afortunadamente no fue el caso de Simón Coll. Xavier Coll, hijo de Miquel, había optado por desarrollar una gran gama de productos de chocolate de impulso y de temporada de Navidad y Pascua que consolidó comercialmente la marca, al convertirla en un proveedor preferente de determinadas especialidades para confiterías y pastelerías.
El creciente interés del consumidor por chocolates con contenidos superiores de cacao tuvo también su eco en Simón Coll, produciendo asimismo chocolates y turrones que incorporaban los excelentes frutos secos del país.
Todas estas áreas de especialización facilitaron la expansión de la marca por toda España y, más tarde, la exportación llegando a más de 20 países.
El paso al siglo XXI ha venido marcado por la voluntad de incrementar y mejorar la capacidad de servicio a través de una segunda fábrica en Sant Sadurní y de un moderno almacén totalmente robotizado.
Una nueva generación, la sexta, empieza a trazar hoy un futuro de innovación que, fiel a los valores de la marca, se propone continuar la larga trayectoria de Simón Coll en el mundo del chocolate.
Tras más de 170 años de dedicación, muchos de los métodos de elaboración de Simón Coll conservan características propias diferenciales, fruto de criterios profesionales sólidamente establecidos en el tiempo. Una herencia de las generaciones que nos precedieron y dieron fundamentos a nuestra larga trayectoria.
Asimismo, la vocación de Simón Coll siempre ha sido la innovación. La fábrica de Simón Coll es una combinación de saber hacer tradicional y de últimas tecnologías de fabricación, ambas actuando juntas para conseguir productos cada vez mejor elaborados, más diferentes e innovadores.