Restauración y Hostelería.- Supongo que cuando uno recibe un reconocimiento como el ser elegido Empresario del Año por la FERH es inevitable echar la vista atrás, recordar cómo ha llegado hasta aquí.
Artemi Nolla.-Sí. Lo he hecho. Pero es que lo tengo muy presente. Yo comencé en el Metro, en un local que era de mi padre. Entré allí con 21 años, después de que mi padre falleciera. Y allí aprendí. Trabajé sin descanso y me habitué al flujo constante de clientes. A no parar. Era una época dura, de mucho trabajo, pero también de mucho movimiento. Gente que pasaba por el Metro de Barcelona todos los días de la semana, y entraba y salía de nuestro local buscando un café rápido. Por entonces adquirí una pasión con la que he impregnado a AN Grup: la afluencia constante de público en los locales. Siento una gran satisfacción cuando veo público que entra y sale de nuestros establecimientos en un movimiento constante que, de alguna manera, me recuerda aquellos tiempos.
RyH.- Es el contacto con el cliente...
A.N.- Me gusta ver clientes en nuestros locales. Entro y me siento satisfecho. Necesito palpar el movimiento, el ritmo de las personas en él porque nuestros orígenes vienen de ahí. Además, el cliente siempre me ha dado mucho. Con él nunca puedes quedarte quieto, nunca es igual. Siempre cambia y eso te obliga a cambiar.
RyH.- Tanto que del Metro salió con destino el centro de Barcelona...
A.N.- A la calle Caspe. Durante 13 años. Ya entonces nos gustaba la idea de cambiar de concepto y nos decidimos por una pizzería. Nos resultaba muy atractivo. Con un dinero que nos prestó mi madre conseguimos alquilar el local. Ya llevamos con él 33 ó 34 años y se ha convertido en un símbolo para AN Grup.
RyH.- Lo de estancarse no le seducía...
A.N.-En absoluto. No me seducía nada quedarme allí de por vida. El establecimiento del metro ya estaba hecho y ahora tocaba buscar nuevos retos. Probar cosas diferentes. Este es un aspecto de mi personalidad que he trasladado a mi vida profesional: siempre he necesitado nuevas zanahorias que me hagan salir adelante; cosas nuevas por hacer.
RyH.- El Mussol, el Tapa Tapa, el Qu Qu, Txapela... Entrar en conceptos completamente nuevos se convirtió en norma
A.N.- Digamos que te atreves a hacerlo. Te embarcas. Luego le vas cogiendo el ritmo y el placer de sentir algo nuevo en tus manos: nuevos locales, nuevos proyectos; de hacerlo tuyo, adecuarlo y ofrecer una oferta innovadora pero sobre todo desde nuestra perspectiva.
RyH.- Pero algo le preocuparía ¿no?
A.N.- ¡Claro! Me preocupaba cómo pagaría las letras. Del resto ya me encargaba que estuviera todo apunto. En el establecimiento de Caspe, lo era todo: elegía la carta, seleccionaba los productos, acudía a comprar, fijaba los precios, llevaba la contabilidad, me encargaba de la decoración... Era tal la densidad del trabajo, de tenerlo todo apunto, que muchos días me quedaba dormido repasando las cuentas en el local. Luego, todas estas responsabilidades las tienes que ir repartiendo: compras, personal, dirección... Y vas rodeándote de personas que compartan tus puntos de vista, afines y con la que creas un equipo.
RyH.- Es decir, que hay decisiones que sí le han quitado el sueño
A.N.- Hay decisiones que no me han dejado dormir. Nunca sabes donde está la frontera entre ser arriesgado y la temeridad. Pero hay una cosa que me ha dado más miedo siempre: quedarme estancado. Tenía que buscar proyectos nuevos... En aquel tiempo quería casarme, tener mis hijos, y que estuvieran lo mejor posible. Así que cada decisión que tomaba era para buscar lo mejor para mi y mi familia. Y cuando buscas lo mejor para ti y para tu familia siempre quieres ir adelante. Creo que crear el Tapa Tapa, por ejemplo, fue una decisión difícil porque no disponía del dinero para pagarlo, y me embarqué en un concepto bastante nuevo en Barcelona en los años ‘90, las tapas. El alquiler era altísimo para la época. Y nos metimos...
RyH.- Y no sólo pudo pagarlo sino que el éxito dura hasta hoy
A.N.- Abrir el Tapa Tapa fue un punto de inflexión en nuestra trayectoria como grupo. Eso es seguro. Fue una oportunidad que surgió y en la que nos metimos de lleno: un local en pleno corazón del Paseo de Gracia barcelonés que dedicamos a dignificar una oferta inexistente en Barcelona, las tapas. Dimos en el blanco.
RyH.- Siempre locales céntricos ¿Buscábais o encontrábais?
A.N.- Iban surgiendo. Desde que decidimos dar un paso más y salir del establecimiento de Caspe empezamos a buscar nuevos locales. Mi hermano y yo nos emocionábamos. Cuando encontrábamos un local que nos gustaba, surgían las ideas, buscábamos un concepto y nos embarcábamos en el proyecto.
RyH.-Y fueron llegando: Citrus, Daps, Attic, Piscolabis, ... 12 marcas y 23 locales.
A.N.- Cada concepto tiene su razón de ser. Lo que tienen en común es nuestro deseo de dignificar una oferta; buscar opciones alternativas y atractivas para el gran público en pleno centro barcelonés. También era una manera de no tener todas las manzanas en el mismo cesto...
RyH.-¿Qué han hecho con la crisis?
A.N.- Reorganizarnos. La crisis comenzó en el año 2008 en el sector. Desde entonces empezamos a notar que cada vez era mayor el diferencial. Así que hemos tenido que readaptarnos, ajustar horarios para poder seguir siendo rentables y no vernos afectados. Esta nueva situación ha transformado el sector. El deseo del consumidor ha cambiado ahora gasta menos y somos muchos a repartir por lo tanto hay que crear otro entorno.
RyH.- Es decir, que se preocuparán más de lo que ya tienen
A.N.- En los próximos dos años seguiremos creciendo así. Nos centraremos aún más en hacer mucho mejor el producto y el servicio al cliente, reenfocando nuestro esfuerzo. Invertiremos en nosotros mismos. Ya hemos empezado con la reforma integral del ‘Tapa Tapa’. El objetivo es continuar en esta línea. Estamos ante un nuevo escenario que nos va a obligar a cambiar. Cuando hay dinero en las compañías, éste sale a expuertas. Estás por crecer. No se controlan los gastos. Ahora lo que toca es perfeccionarse por dentro.
RyH.-Después de cuarenta años en el sector, quizás pueda hacerme una revelación
A.N.- No soy cocinero -sonríe-. Y nunca he querido depender del cocinero. Yo me encargaba de informarme: leía libros, buscaba recetas... y decidía qué poner en la carta.
RyH.- No hay sitio para el aburrimiento en su trayectoria
A.N.- La restauración me lo ha dado todo. Este es un sector duro, un trabajo difícil en el que desde muy joven aprendí a valorar al público. Si buscas un trabajo aburrido éste no es para ti. Si quieres un trabajo tranquilo, sin estrés, éste tampoco es para ti.
RyH.-Ha perseguido siempre sus sueños ¿Le queda alguno por cumplir?
A.N.- Nunca se cumplen todos los sueños. Siempre queda alguno. Ahora, nuestra idea es salir de Barcelona. Esto es un reto que siempre hemos tenido ahí y que queremos hacer pronto. En este momento, estamos en condiciones para hacerlo, expandirnos en Cataluña, en el resto de España...